Publicado por Manuel Pedrero15 de noviembre de 2011 -
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Arriba, la alcazaba oteando el horizonte. Debajo, el Guadiana, casi como perro guardián.
Y entre ambos, una época en la que no había puentes. Sólo agua y curtidos barqueros ganándose la vida trasladando mercancías y personas de un lado al otro. ¡O vadeabas o embarcabas!, no había más opciones.