La Catedral de Badajoz se comenzó a erigir en época de Alfonso X bajo la advocación de San Juan Bautista, cuyas obras dilatarían hasta el siglo XVI. A ese siglo corresponden los cuerpos superiores de la torre, con ventanas de estilo plateresco. Hacia el exterior se muestra como un austero edificio, animado por una variada crestería de almenas y por el espléndido volumen de su gallarda y recia torre. El interior del templo presenta la misma austeridad, exceptuando la ampliación de la cabecera y otras pequeñas modificaciones de finales del siglo XVII.
La catedral es de planta basilical y está dotada de crucero y capillas abiertas en los laterales. Están cubiertas con bóvedas de crucería en las que destaca el predominio del ladrillo en los nervios y cascos. En el interior también destaca la sillería del coro, su órgano y el altar mayor. Además cuenta con un rico museo con obras escultóricas del renacimiento italiano, pinturas de Luis de Morales o una rica colección de tapices.
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