Los Espantaperros han vuelto a emborracharnos

Con la bola de discoteca en medio del escenario dándolo todo , estos personajes se vinieron arriba y se despegaron de sus botellas para liarla en Badajoz. "Pídeme siempre a mí de beber, que el garrafón no gusta a la gente".

Otra vez han vuelto a emborracharnos con sus pasodobles, renovados por su puesto. En el primero han homenajeado a su ciudad, Badajoz, y a todos los rincones que la hacen tan hermosa: la Alcazaba, la Catedral, la plaza Alta, la virgen de la Soledad, y por supuesto, su torre de Espantaperros. Y un segundo pasodoble en el que han hablado de los yihadistas, que juegan con la vida de los inocentes e inmolan su libertad. Y es que les prometen un paraíso empleando una violencia de la que no habla el Corán. No hay murga que cante sus pasodobles tan sentidos como esta.

En la ronda de cuplés nos invitaron a chupitos para que le cojamos el puntillo. En el primero se ríen de Chabelita y de la dentadura que tiene, y en el segundo cuplé se han reído de la cara que tuvo que poner Monago cuando lo cambiaron por Vara; como la nuestra cuando cambiamos el Jack Daniel's por el whisky del Mercadona. Y como siempre, la culpa la tiene el hielo.

En el popurrí han nombrado a todas las murgas femeninas de este concurso, pero no para mal. Nos han contado de nuevo todo sobre ellos mismos, es decir, sobre el alcohol. Los frutos secos que ponen en los bares para que bebas más, se han reído de las tonterías que lían para hacer un gyn tonic, de los reguetoneros del siglo XXI... un combinado. Y en la despedida nos animaron a emborracharnos en la calle estos carnavales y de murgas en los bares. Y es que ellos son el alcohol que curan nuestras heridas, y muy a su pesar se han quedado esta noche a las puertas de la final.