Publicado por Manuel Pedrero4 de febrero de 2012 -
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Acabábamos de salir de las Minas de la Jayona cuando el estómago empezó a protestar; inmediatamente alguien del grupo sugirió que nos acercáramos a un merendero cercano a la ermita. Lo dijo así, como si no cupiera la posibilidad de que el entorno nos fuese desconocido.