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En el norte de Extremadura, es famoso por la floración de los cerezos en primavera; un increíble espectáculo de más de dos millones de árboles tiñendo de blanco las laderas del valle.
Siguiendo una tradición familiar de siglos, las cerezas se cultivan artesanalmente en bancales labrados en las altas montañas del Valle, entre manantiales cristalinos y aire puro. Sólo un entorno así de único, con un microclima privilegiado, pueden cultivarse las mejores cerezas de España.
La picota es una variedad de cereza originaria del Valle del Jerte, en el norte de Extremadura, donde se cultiva tradicionalmente desde el siglo XVII. Es la cereza más apreciada por su sabor y calidad superior. Se caracteriza por no tener rabito, puesto que se queda prendido en el árbol durante la recolección.
Son cultivadas artesanalmente entre montañas de más de 2.000 metros de altitud, en tierras fértiles, regadas por arroyos de aguas cristalinas y respirando aire puro. Cuando tiene el grado óptimo de madurez, la recogida de picotas se realiza a mano con cestas de castaño, según la tradición de siglos. Después, las picotas del Jerte son seleccionadas una a una a pie de árbol.