Bodegas Alaude, una cata de sus vinos "romanos" en La Taberna de Pedro
- Publicado: 16/03/2017 17:20
- por: Belén Amaro
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Toda comida debe ir acompañada de un buen vino. Y qué mejor que probar ambas cosas en una cata-maridaje celebrada en La Taberna de Pedro, en Valencia de Alcántara (Cáceres). Mi amigo Pedro, dueño del restaurante, me llama y me comenta: “oye, he organizado una cata de una bodega de Oliva de la Frontera que te va a encantar”. Ante su afirmación, le pregunto por qué: “Pues porque con lo que te interesa a ti la Historia, te gustará saber que este vino viene de los romanos”.
Efectivamente, el nombre de la bodega se debe a cuando el emperador Octavio Augusto mandó fundar Emérita Augusta, allá por el año 25 a.C., para uso y disfrute de los veteranos de la Legión V “Alaude”. Estos soldados romanos fueron quienes trajeron a nuestra tierra la pasión por la vid y, por ello, más de dos milenios después Bodegas Alaude les rinde homenaje con el desarrollo de un novedoso concepto en la elaboración del vino.
Antiguamente también existía la costumbre heredada de los griegos, de diluir el vino con agua a la hora de servirlo, para reducir su poder embriagante y poder consumir mayores cantidades. Varios autores clásicos son los que reflejan en sus escritos cómo se cultivaba la vid y se elaboraba el vino, siendo sobre todo Marco Poncio Catón (el viejo) en su obra “De Agri Cultura” (sobre el cultivo de la Tierra), el que establece las bases y las directrices vinícolas para el mundo romano durante siglos.
En su obra se vislumbran conceptos tan “actuales” como el reducir la superficie foliar de la viña en el momento de la maduración, o gustos tan curiosos como introducir las ánforas de vino en un fumarium (ahumadero) para transmitir el sabor ahumado a los vinos, o plantar romero y tomillo junto a las viñas para que su aroma se pasase al vino a través del suelo y las raíces (erróneo en la forma pero no en el fondo, ya que realmente la pruina que recubre el grano de uva atrapa aromas exógenos, transmitidos por la vegetación que rodea al viñedo).
Viene Daniel Megías a presentarnos la bodega, especializada en tintos con crianza. Tiene su sede en Oliva de La Frontera, hecho un tanto extraño dado que es una tierra donde no hay viñas pero sí muchos alcornoques. Además, cerca de Oliva está Zahínos, pueblo que conozco dado que de allí provienen mis bisabuelos maternos y curiosamente también Daniel. Zahínos es una tierra de picón, conseguido gracias a la madera de estos árboles.
Entonces, ¿de dónde salen las uvas para producir el vino? El enólogo nos cuenta que compra las uvas. Las consigue casi siempre por la misma zona, Bienvenida, al este de Zafra, para que su vino tenga el mismo sabor. Como no tiene viñedos, las instalaciones están focalizadas en la selección de los racimos de uvas y el control minucioso y constante de cada proceso. Desde la selección de la uva, hasta la producción controlada, la elaboración hace de estos caldos un producto único.
Los vendimiadores, expertos y concienciados de la importancia de dar continuidad al óptimo estado de los racimos, seleccionan la uva de forma manual tras el despalillado.
Los traslados se hacen en cajas de 18 k para que la uva llegue intacta a la bodega. Todo con un mimo absoluto, fiel al lema de la bodega: buscar la mejor cepa, escoger el mejor racimo, seleccionar el mejor grano y procurar los mejores cuidados. Ese es el secreto.
Volviendo a la cata-maridaje que aquí nos atañe, es Daniel junto a Pedro quienes nos dirigen y guían en la degustación. De primer plato la cocinera Fefi nos sirve un exquisito pastel con sabor a mar acompañado del vino Alaude 2015. Es un vino muy moderno, afrutado con carácter y al mismo tiempo amable en el gusto. A continuación un risotto de patatera con el vino Alius 2010. El vino Alius aguanta sabores fuertes, por lo que el risotto, que deja un leve sabor picante, casa bien con esta bebida.
Pero no puedo dejar de acordarme del queso de cabra del pueblo de mis bisabuelos. Ese queso picante que te pedía rápidamente aliviar el paladar con un poco de agua. El pollo adobado a las finas hierbas también se sirve con Alius, pero de apellido 2011. Este vino tiene una marcada personalidad y complejidad que mi humilde paladar no es capaz de calificar.
La producción es limitada pero podemos comprobar que es de la máxima calidad en todas sus añadas.
Daniel no quiere condicionarnos en la cata, por eso no nos habla de las cualidades técnicas ni de las notas de sabor u olor. Considera que una cata de vinos debe ser muy personal, con las mínimas influencias externas.
Le preguntamos por las etiquetas de las botellas, las cuales tienen unas letras bastante elegantes y antiguas. Nos cuenta que la empresa, en reverencia a su legado histórico, utiliza la sobria caligrafía de Bartolomeo Sanvito (s. XV-XVI), iluminador italiano que fue el primero en adaptar la lapidaria romana al trazo de la pluma caligráfica.
Para finalizar, de postre, tarta de naranja con chocolate. Deliciosa. ¡Anímate y ven a probarla, no te arrepentirás!