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LA SORPRESA DE ARROYOMOLINOS

Durante la Guerra de la Independencia (1808 -1814) Extremadura fue una vez más un gran campo de batalla donde se batieron los franceses una y mil veces con nuestros ejércitos y los aliados, como así lo demuestran los diversos sitios de Badajoz, las batallas de La Albuera y Medellín, las tres incursiones de Cáceres, de Jerez de los Caballeros y Fregenal, Arroyo de la Luz y la Roca de la Sierra. Esto bastaría para acreditar nuestra aportación. Pero hay más, nuestra propia comarca tomó parte en la expulsión de los Bonaparte, así lo demuestran las batallas de Miajadas, Trujillo, Puerto de Santa Cruz y, cómo no, la Batalla de Arroyomolinos, que se desarrolló entre el núcleo urbano y el paraje donde ahora nos encontramos y supuso el primero de una serie de episodios que dieron lugar a las posteriores tomas de Ciudad Rodrigo y Badajoz.

Arroyomolinos, un pequeño pueblo situado en la sierra de Montánchez, muy cerca de las dos principales vías de comunicación del oeste español, la Ruta de la Plata (Gijón-Sevilla) y la ruta que une las dos capitales peninsulares (Madrid-Lisboa), y 50 kilómetros equidistante de Cáceres, Trujillo, Mérida, Don Benito y Villanueva de la Serena, se convirtió en el escenario de operaciones en el que se libró la batalla conocida como “Sorpresa de Arroyomolinos”. Ésta tuvo lugar en la mañana del 28 de octubre de 1811 entre los ejércitos aliados (ejército hispano-anglo-portugués) de Lord Arthur Wellesley, duque de Wellington, al mando del General Rowland Hill, y las tropas napoleónicas del Mariscal Soult, mandadas por el General Jean-Baptiste Girard. Las tropas aliadas lograron un triunfo tan glorioso como decisivo sobre una de las divisiones más lúcidas del ejército francés de Andalucía.