Desde el viernes 23 de noviembre hasta el 6 de enero, se podrá visitar, en la Sala de Usos Múltiples del Museo Etnográfico Extremeño González Santana, de Olivenza, la exposición Buenas noches, Navidad, del artista extremeño Enrique Jiménez Carrero
Natural de Granadilla (Cáceres), nace un 18 de marzo de 1953, dos años antes del decreto de expropiación del término y su casco urbano en 1955. Sus últimos moradores lo abandonan en 1964.
La familia de Enrique emigra a Plasencia. En 1973, mientras realiza el servicio militar, se presenta a ingreso y preparatorio en la Escuela Superior de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife, estudios que termina en su homónima de San Fernando, en Madrid.
Además de pintar, ha realizado la escenografía de diversas obras de teatro, ilustrado libros y diseñado numerosos sellos para el Correo Español y emisiones conjuntas con otros países.
Su obra se encuentra marcada por dos períodos, el primero, de estilo hiperrealista, con constantes alegorías a su infancia, a la melancolía, al recuerdo de su tierra forzosamente abandonada; el segundo, a partir de 1999, deriva a un realismo más vivo, con juegos de profundidad, pintando el cuadro dentro del cuadro, con un aumento del contraste cromático y luminosidad.
Desde 1974 su obra se ha exhibido en más de 70 exposiciones individuales en museos, galerías y otros espacios culturales.
En el Museo Etnográfico Extremeño González Santana, se expone Buenas noches, Navidad, en la que se reconocen dos grandes temáticas: por un lado, la propia de Navidad como el Nacimiento, Anunciación, Adoración…, con la que reinventa a los clásicos; por otra, aquella en la que pinta lo que deseaba tener y no podía: juguetes que solicitaba en sus cartas a los Reyes Magos, zapatos, coches… Sus obras son una fiesta para los ojos y un estímulo para el espectador. Con esta exposición, el pintor se aferra al paso del tiempo, a los recuerdos, a la vez que consigue que el espectador se haga preguntas al verse sumergido en el universo mágico que crea gracias al color rojo, protagonista de todas sus obras por ser el de las emociones, reflejo de vitalidad y dinamismo, además del blanco. Enrique deja su huella personal en espejos velados, azulejos con arabescos o el realismo de la figura humana con una mirada única.
Hoy, parte de sus obras se encuentran en pinacotecas como el Museo Fuji de Tokio y los de Bellas Artes de Badajoz, Albacete, Santander, Museo Postal y Telegráfico de Madrid, así como en colecciones públicas y privadas en España, Francia,Alemania, EE.UU, México, Colombia, Inglaterra, Italia o Qatar.
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