El autor nos ofrece su visión particular del paisaje de esta ciudad, Badajoz, fotografiándolo a lo largo de un año.
Elige la “asepsia”, entendida ésta como la ausencia de figuras humanas en las composiciones, dejando que el espectador imagine las suyas. Así alcanza un equilibrio y un compromiso consigo mismo y con el otro, de tal manera que el proyecto no es sólo suyo. Busca la complicidad para que sea completado aquello que falta. Es esta ausencia la que permite que cada uno se vea impelido a imaginar los seres invisibles; es más poderosa que la presencia, y también más rica, pues cada uno puede ver el humano que necesita, en función de su mismo ser, de su experiencia única como espectador, lo que le hace recrear una nueva imagen en su interior. El autor presenta el escenario, le corresponde al observador poner sus personajes, los que él quiera o necesite. La foto es la guía.
La exposición consta de cuatro partes:
Entornos: lo que nos rodea
Herramientas: de lo que nos servimos
Transportes: como nos movemos
Cubículos: donde nos refugiamos
Javier Hernández