Los mozos y las mozas hurdanas mantienen esta bella costumbre que parece ser que tuvo su origen a mediados del siglo XIX.
La enramá comienza la víspera de San Bartolomé con el ritual del sorteo que emparejará a los mozos y las mozas de la localidad en la torre de Pinofranqueado.
El sonido del tamboril marca el inicio del sorteo, en el que sólo están presentes los mozos y el representante o 'cantaol' de las mozas.
El cantaol de los mozos grita: '¡con quién digo!' y saca una papeleta con el nombre de uno de los mozos. El cantaol de las mozas grita entonces '¡con quién diré!' y saca a su vez una papeleta con el nombre de una de las mozas.
Desde el torreón se grita entonces '¿va bien?' y los asistentes deben ratificar el emparejamiento con un'¡bien va!'. Esta parte del ritual tiene como objetivo evitar emparejamientos por ejemplo entre familiares cercanos.
Desde el momento del sorteo, y hasta el domingo siguiente, los mozos y las mozas quedan emparejados y deben comportarse como novios formales. El mozo tiene que entrar en la casa de sus 'suegros' y acompañará a la moza en los bailes y fiestas durante estos días.
El domingo, día de la ronda, por la tarde los mozos acuden a las casas de las novias. Allí conocen a la familia y la chica le coloca la enramá, un ramillete realizado con flores silvestres que el chico lucirá.
Una vez que todas las parejas han llegado a la plaza tiene lugar uno de los momentos más emotivos, cuando todas las parejas participan del baile de la enramá. Colocados en arco y cogidos de la mano, las parejas atraviesan el pasillo humano mientras bailan la jota del arco al ritmo de la música popular.
El encanto de la Enramá reside en la convivencia y el conocimiento entre los jóvenes del pueblo. En muchas ocasiones el emparejamiento de la enramá ha dado sus frutos y las parejas se han unido para siempre.