De nuevo aquí estamos de vuelta, quizás no nos hayamos ido muy lejos en este verano o hayamos estado muy cerquita de nuestros hogares. Cuando uno se va un tiempo fuera siente la necesidad de volver, de recuperar las rutinas, o de iniciar nuevos proyectos. Realmente hayamos hecho lo que hayamos hecho nos vemos inmersos en un nuevo curso, en un nuevo cambio de una actividad a otra. ¿Un cambio? Realmente la época que nos está tocando vivir se ve sometida continuamente a muchos cambios en distintos órdenes de nuestra sociedad. Parece que todo queda caduco, que las seguridades de antaño no son las de ahora, todo cambia a nuestro alrededor. Y así es, esto sucede de una manera vertiginosa. Hay cierta tendencia en el ser humano a buscar la protección y la seguridad. Todo lo que no me lleva a ello puede causar en muchas ocasiones estados de alerta continua y ansiedad. En la mayoría de las veces todo esto viene generado porque hay resistencias al cambio muy fuertes, pues es bien sabido que todo cambio vital representa un reto y a la misma vez una amenaza e incluso cierta nostalgia o dolor. Solemos hacer nuestro eso de que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. A veces nos quedamos anclados en el fin de una situación, de un momento… y nos cuesta caer en la cuenta que todo final también representa un principio, porque la vida no termina en el final, la vida es cíclica y cuando algo termina, hay un nuevo comienzo.
En este tiempo que nos ha tocado vivir y más inmersos en este nuevo curso que acabamos de comenzar debemos de mirar hacia delante, pasar página y comenzar a escribir otras nuevas. Realmente se trata de optar por un cambio en nuestras actitudes. Pues bien podemos esperar a que las cosas cambien, o bien podemos ser partícipes o mejor diría yo protagonistas y constructores del cambio.
Cuando hablamos de cambios no significa que pretendamos innovar o sacar cosas de donde no las hay. A veces basta con pararse, y ver simplemente como puedo hacer las cosas de distinta manera en aquellas circunstancias que me inviten a ello, es decir ante momentos en donde quizás algo que este haciendo no me convenza. De esta manera así es cuando lo mejor está por llegar porque no es la vida la que me cambia sino yo quien decido cambiarla, ¿por qué no vivirla y hacerla cada vez más valiosa? Vivir al fin y al cabo es un regalo y como tal merece ser abierto. Desde esta postura quiero regalaros una preciosa frase de un escritor que viene a reflejar esa apuesta por la vida. “Fui a los bosques porque quería vivir a conciencia, quería vivir a fondo y extraer todo el meollo a la vida. Dejar de lado todo lo que no fuera la vida para no descubrir en el momento de la muerte que no había vivido” (Thoreau).
También otra autora Susana Tamaro, nos dice en uno de sus libros que no podemos vivir con el freno d emano puesto, que somos más libres cuando transformamos la realidad que nos viene dada. ¡¡Os invito a ello durante este curso, merece la pena!!