Hola Mamá, tengo muchas cosas que contarte...
No te imaginas todas las cosas que hemos vivido desde aquel día que vino la ambulancia a casa. Y eso que tú intentabas hacerme creer que no pasaba nada.
No sé cómo haces para que todo el mundo te quiera tanto, hasta los que no te conocen. Desde el momento en el que has salido de casa, todos te han cuidado en extremo. Ya sabes, Susan siempre contigo. Ella, de la que siempre me decías "Mi hija adoptiva". Cuántas cosas me ha contado ella y qué bonita complicidad has tenido todos estos años a su lado.
En mi viaje de regreso encontré muchos momentos para recordarte siendo yo niño; cómo me has dedicado tu tiempo, cariño y amor; cómo en todo momento has sido capaz de entender mis locuras; cómo has hecho de mi vida un crisol de colores para así ser hoy quien soy. Mis días en Asturias, Madrid y Badajoz. Cómo has hecho siempre de mi educación una experiencia. En cada cosa recordándome lo importante que es vivir, respetar y agradecer.
Cuando llegué ya estaba Richard ahí, como siempre, como tú, en silencio y sin quitarme ojo de encima para que todo vaya bien; y así ha sido.
Pude disfrutar de tus caricias, de tus besos, de tu calor. Te has ido en silencio, "sin dar guerra", como tú querías. De ahí en adelante otra vez el cariño empezó a envolverme.
No dejaban de llegar y de valorar tu vida, tus andanzas, tu actitud y tesón; esas decisiones que todos ven y que te definen. Descubrir en ese momento cómo has servido de referente, no sólo para mi, sino para los demás, también me hace ver, aún con mas claridad, lo que ya sé: la generosidad de tu persona con todos.
No nos dejaron solos y no dejaba de llegar gente hasta bien entrada la noche. No estabas sola, nunca lo has estado, y no lo estarás. Pasamos a recogerte. Mi mayor momento de intimidad. Tu cuerpo frío, con esas mejillas y esa piel fina como la seda, permanecían intactas. Tú, siempre tú, con semblante firme, segura de ti, avanzando a ese instante en que te hiciste polvo para seguir entre nosotros unos días más.
Tenía que ser diferente -como todo en casa- y en tu último viaje, un pinchazo de tu coche. Mamá, tengo que contarlo, y como no podía ser de otra forma, tú provocaste una sonrisa entre nosotros y exclamamos diferente hasta el final.
Pasan las horas y volvemos a recibir olas de cariño, amigos con lágrimas en los ojos. Sebastián oficiando tu funeral. Nos recordó a todos esos pequeños detalles que te hacen tan grande y que siempre vivirán en mi.
Al volver la cabeza me sorprendió ver la emoción en los ojos de muchos amigos, ¡Mamá, cómo te quieren! Yo no me lo podía imaginar. Está claro Mami, en Extremadura no estamos solos.
Cuando todo pasó emprendimos viaje a tu casa, a Nava, en Asturias, y paseamos por todos esos sitios de los que le hablabas a Susan y ella, como no podía ser de otra forma, atenta a cada lugar, a cada detalle y no dejaba de preguntar por todo.
Subiendo el Puerto de Pajares nos sorprendió una nevada y nos dio más emoción al viaje, además de una estampa inolvidable. Por eso nos subimos al monte, a "Les Praeres", ese sitio tan bonito que enamora al forastero y disfrutamos todos para ya ir a ver a "La Santina", tu virgen de Covadonga, a la que tantas veces hemos ido juntos, volviendo a casa otra vez.
Mamá, a casa, sí, con Blanca y todos los demás que no dejaron de abrazarnos y besarnos. ¡Cómo te quieren Mamá, cómo te quieren!
Ha salido todo bien. Muy bien, y tú así estarás. Mami, en casa estamos. Bueno, como podemos estar, cada uno como es. Ya sabes: Rosa, Amor, Javi y yo, junto con los demás, vivimos las cosas, como todos los seres humanos, cada uno a su manera.
Cómo decirte lo mucho que te quiero; cómo escribirte que no dejarás nunca de estar en mí; que es imposible olvidar tus continuos recuerdos de cómo debo hacer las cosas... y así serán.
¡Te quiero Mamá!...¡Te quiero!