La Escuela Provincial de Tamborileros, clave para la conservación del patrimonio
- Publicado: 07/02/2018 16:25
- por: extremadura.com
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La presidenta de la Diputación entregó a los alumnos y alumnas tamboriles y asistió a una de las clases, que se imparten, desde febrero de 2017, en la localidad hurdana de Mesegal.
Es ya el segundo curso lectivo al que asiste una treintena de hombres, mujeres, niños y niñas, el segundo curso de la Escuela Provincial de Tamborileros, ubicada en la localidad hurdana de Mesegal, y que nació en febrero de 2017 a iniciativa del Ayuntamiento de Pinofranqueado y su alcalde José Luis Azabal; la Asociación para el Desarrollo Integral de la Comarca de Las Hurdes (Adic-Hurdes), presidida por Gervasio Martín, y la Diputación de Cáceres.
Transcurrido este año, la presidenta de la Diputación, Rosario Cordero, acompañada del vicepresidente primero y diputado de Desarrollo y Turismo Sostenible, Fernando Grande Cano, y el diputado de Cultura, Juventud y Deportes, Álvaro Sánchez Cotrina, asistió a una de las clases y entregó a los 30 alumnos y alumnas nuevos tamboriles. Les felicitó y les agradeció su trabajo y contribución por “mantener nuestra identidad, nuestro patrimonio cultural, nuestra historia y nuestro futuro, porque esto supone también un importante atractivo turístico, y entre todos tenemos que cuidarlo y mantenerlo”.
En este sentido se pronunció el profesor Nano Jiménez, que se mostró convencido de que irán surgiendo nuevas canteras. “Esta escuela es muy importante -dijo Jiménez- para implicar a hombres y mujeres para que nada de lo nuestro desaparezca, porque el tamboril es tan nuestro como lo son nuestras montañas, nuestros ríos o nuestras gargantas”. Destacó también la importancia histórica de un instrumento y unas canciones “que compartimos desde León hasta Huelva, pasando por Zamora, Miranda de Douro, en Portugal, Salamanca, Cáceres y Sur de Badajoz, lo que nos indica el influjo que tuvo la trashumancia, y todo esto tenemos que cuidarlo”, reiteró.
Entre los alumnos, se pueden contar mujeres que, como indica Feli, “queríamos aprender a tocar un instrumento que siempre nos gustó, pero que por falta de tiempo o porque se veía más de hombres no lo aprendimos”. Y entre los más pequeños, Víctor, de 8 años, y Álvaro, de 13, se muestran convencidos de su contribución “para mantener el tamboril, porque los más mayores se van muriendo y nosotros podemos continuar”.